viernes, 27 de mayo de 2016

Pero Parece Distinto

Porque a veces celebramos la victoria sin tenerla, como un soldado en la trinchera, escribiendo ya poemas de posguerra. Pegados a la pantalla con cadenas observamos las celdas de Venezuela tras los barrotes de las nuestras. Vemos la paja en vista ajena y no el bukkake en la propia jeta, que nos resbala como casi todo lo que no se juega en un once contra once en alguna importante ciudad europea. Algunos gritan "balacera" asomados al balcón de las ojeras que presiden esas caras donde opina la Esteban. El discurso temeroso que con la baba se descuelga es la luz de la caverna que no deja ver qué hay fuera, arroja sombras pero sobre todo ciega. Hasta el derecho a querer nos niegan, pero es que tienen fans que les alientan, quién pueda entender que entienda, otros luchábamos acampados en tiendas. Cada uno recoge lo que siembra, cuando no se lo roban amparándose en la prudencia. Seguridad y vigilancia como única manera de aumentar la violencia. Protejamos la fe, las creencias y prosigamos con los desalojos de la ciencia. Las líneas de la frontera residen en las armas de quienes las gobiernan. Cuando terminen de matar al pobre a ver qué les queda, explotar las rentas de la carne que se amontona en las cunetas. Nos distraen con telones de tetas y líos de faldas con braguetas, hombres, mujeres y viceversa, sálvame o deja que me muera pero antes que devuelvan lo que llena sus carretas. El sudor de la gente a la que le roban la cartera no basta para apagar las calles, que se llenan de maderos que arderán en la hoguera.

Por qué sólo alabamos la derrota y tomamos como ejemplo lo plasmado en terracota, el ser humano ha alcanzado nuevas cotas, unos se han vuelto idiotas y otros se ponen las botas, pero el cien por cien se hace llamar patriota. Servídmelos con panna cotta y cuando se acabe el pan nos liamos a tortas, llevo años viajando a una dimensión ignota. Poca gente se cuestiona las cosas que le importan, desconocen que la verdad se autogestiona y que al descubrirla es cuando uno se lesiona. Ahora muchas cosas vanas impresionan, nos van dejando el cerebro blando como turrón de Jijona, a base de vídeos de Playground y el humor de José Mota, cuando algo te inflama ellos son tu cortisona. Pretenden enseñarte cómo es la familia de moda cuando ellos son la familia Trapisonda, donde el macho dicta normas y el resto acata o le parten la boca. Todo eso se tolera e incluso aplauden como focas, mientras alguno que no puede más se ahorca, dejando tras de sí algún alma rota. Quiero saber cuánto queda para esa gota que termine de llenar de rabia la copa, para que las paredes de las casas se rompan y la gente se eche a las calles a cambiar de lado las picotas. Nos seguimos quejando porque nos han vuelto masocas y porque sabemos que aún queda quien pinta sus sueños con rotus Carioca. Madres de familia locas cuando ven que el cadáver de sus hijos flota, sobre un mar que patrocina Coca-cola, preguntándose por qué si es que la tierra rota en su trozo del pastel nunca cambian las cosas.

Bienvenidos al laberinto, donde todo sigue igual pero parece distinto.

jueves, 19 de mayo de 2016

Sex on TV

Dos caricias en el lomo y un beso en la nuca, a sangre fría. Sólo uno, porque el resto no serían ya a sangre precisamente fría ni respetarían la frontera. Sin atenuantes, únicamente con brutal alevosía. Cambiando el lenguaje de las miradas sucias, que atraviesan la piara de zombis que nos separa, por el de los hierros al rojo con párrafos de carmín. Utilizando del sistema métrico sólo la parte que abarca la distancia entre la ropa y la piel. Midiendo la temperatura en grados de sábado noche sin más refresco que el del frío de los portales. Sujetarte el pelo sin que exista el riesgo de manchar las zapatillas y que la constricción sea el antídoto ante el miedo de dejarse perder en el vacío. Que se nos olvide la música pero sigamos bailando y que muchos vayan al baño a suicidarse por la envidia del cruce de piernas de este tango. Echarte una carrera desde el principio de tus medias hasta el punto donde tu meridiano de Greenwich se cruza con tu ecuador y manipular las coordenadas hasta que se nos olviden las horas. Bajarnos de las nubes el sudor y regar con él el surco hasta tu ombligo. Poner a prueba los muebles del Ikea y terminar haciéndonos tatuajes de felpa, con mucho cuidado de que los vecinos no vean lo que están oyendo. Dejar los churros con chocolate para otros y llevarnos el desayuno a la cama. Prolongar la guerra aposta, para seguir justificando las trincheras que tus uñas cavan en mi espalda, para seguir entendiendo el por qué de los gritos en la oreja, para seguir mereciendo las medallas que mañana nos salen en el cuello, para poder explicar el manto de casquillos por el suelo, para no dejar de provocar pequeñas muertes, para seguir asesinándonos.

Dormir sin conocernos y despertarse a mediodía con la sed de la resaca, para buscar el agua en la fuente de la vida. Que en duermevela te sonrías y vuelvan a estorbar las sábanas mientras el sol prende las persianas. Que me digas "ven p'acá que te voy a abrir los chakras" y que vistos desde arriba seamos un yin-yang inexplicable. Quedarnos con hambre y elegir los tres platos del menú, el postre nos lo llevamos puesto. Aprenderme las notas del somier mientras diriges la orquesta y afinar en todas las escalas, repasando las octavas, inventando nuevas claves. Apurar hasta la hora del café, meterme mil rayas de tus hombros en lo que la leche se calienta y aguantar hasta que hierva. Recuperar la dignidad con el pelo pegado a la frente, viendo en las nubes de humo que se agolpan en el techo los recuerdos de las noches que no tuvimos y de repente sentir la necesidad de arrojarse por la ventana, antes de que las ausencias llamen a la puerta con los golpes furiosos de una orden de alejamiento que en las manos les quema. Correr con el cinturón a medio abrochar, temiendo que un último vistazo nos haga echarnos de menos, deseando que sea imposible tener que saludarnos si volvemos a encontrarnos. Acortar la huida aposta, para seguir justificando el olor que se niega a despegarse de mi cuerpo, para seguir entendiendo el por qué de las pajas en la ducha, para seguir mereciendo el boquete que me llevo en la cartera, para poder explicar el por qué de este dolor de cabecera, para no dejar de provocar terremotos de conciencia, para seguir excusándonos.

Al final tenía que joderlo todo con una gracia inoportuna, como siempre.

viernes, 13 de mayo de 2016

Lo Iba a Contar Todo

Era difícil informar sin decir nada, sin un solo gesto, desde lo inmóvil del interior de un hielo que se deshace entre el zumo y la ginebra. El hielo gira dentro del líquido en el sentido que marca el hemisferio, a veces choca con el borde del vaso, a veces bota amenazando con tirarse por la borda y reventarse liberando su contenido. La lluvia sin duda ayuda a mantener el frío, de nada sirven las camisetas mojadas de misses sin país al que representar, de nada sirve la estampa de plásticos y pantalones remangados como de fin de festival. Lo que bebíamos cala, lo que caía también y lo que fumábamos ahúma, lo que mirábamos no mira, lo que escuchábamos no escucha, lo que bailábamos se baila. Se queda dentro del hielo y que le den por culo al mundo, burbuja con paredes cristalizadas de grosor suficiente para una habitación del pánico. Rasgaban las cuerdas y las vestiduras, ponían el grito en el cielo y desde el suelo replicábamos. Cada loco con su tema, cada droga con su loco.

En un instante todo se llena de pequeñas carpas y las nubes nada tienen que hacer contra ese invento, ¿o sí? Ay si tus padres te vieran. Vistazo alrededor, ausencias, huecos donde antes había alguien, aunque fuera inmóvil y pasivo como un vaso pisoteado. Seguía queriendo comunicar, pero debía atender una llamada. Tras la odisea el parnaso maloliente aguarda, es mejor no enfrentarse a los guardias que lo custodian, tarde o temprano les vencerá el hastío y volverán al lugar de donde no deseaban salir cuando lo hicieron. "Hacía calor pero tenía frío" o al revés, lo mismo da. Tránsito solitario en medio del maremágnum, danzando algo que nadie puede escuchar, ni siquiera el que lo danza, alguno se une a los improvisados pasos y al final la comparsa está completa para cuando regresa al punto de partida. Las mismas ausencias, aunque los huecos vuelven a tener alguienes que los rellenen.

El caso es que quería que lo supierais todo, pero ni os visteis ni os hablasteis ni os bailasteis ni os gozasteis ni os hicisteis ningún tipo de cosa que terminase en "steis" y además que, como ya decía, era difícil informar sin decir nada. Tampoco es que la situación se diese, estaba en su mundo porque el vuestro se antojaba pequeño visto desde el balcón de vuestros ojos. Intercambios esporádicos de bienes culturales, gotas de sudor y de lluvia y gritos muy cerca de la oreja, como follando, pero esta vez sólo jodiendo. El que quiera entender que entienda, aunque tampoco es así de simple, para ganar al ajedrez hay que mover las fichas, comer y dejarse comer. A veces contaba veinte y deseaba que hubieran sido sólo diez, pero ¿quién decide eso? Ya estaba dispuesto a viajar casi a donde hiciera falta, le llevaran o no los pies, pero como dijo una vez un sabio de estos tan denostados "el mejor camino es el de la cama" y allí se fue del bracete con la hambrienta jauría de mil perros que le mordían las entrañas y la bandada de cien pájaros que le cagaban toda la cabeza por dentro.

El caso es que tampoco fue gran cosa, pero se alegraba de haber estado ahí.