domingo, 26 de octubre de 2008

Divagar II

¿Cómo llamar a algo sin nombre? ¿Cómo expresar cosas indemostrables? ¿Cómo medir cosas inmedibles? Infinitas preguntas podríamos hacernos, resumiéndolas todas en una sola: ¿Cómo hacer lo imposible? Simplemente no se puede, lo siento por Adidas ("Impossible is nothing"), pero de las cosas irrealizables lo más que se puede hacer es esforzarse por demostrar lo que haya que demostrar, aún a sabiendas de que siempre andarás en una línea que será tan sólo tangente a la circunferencia que representa el hecho, lo ideal sería poder parar en el punto en el que la tangente toca la circunferencia y quedarnos ahí, pero las rectas son infinitas y además todo en la vida son movimientos pendulares, unas veces arriba, otras abajo, con lo cual, en el momento en que llegues a ese punto de contacto surgirá otra imposibilidad y tu recta seguirá creciendo, mientras, estarás construyendo otra tangente hacia una imposibilidad nueva, el dichoso péndulo otra vez.

Muchas veces el trabajo será en vano, pero las recompensas si se logra ejecutar bien el ejercicio de dibujo técnico planteado son enormes, claro, como todo, es cuestión de adquirir cierta destreza y evidentemente hay que equivocarse, parafraseando al gran Groucho Marx: "Me gustan mis errores, no quiero renunciar a la deliciosa sensación de equivocarme", pues eso, hay que hacer mil intentos, para fallar 999 y a partir del 1000 ya todo irá rodado.

Hay cierta frase
que todo el mundo odia y desacata excepto los que comparten mi pesimismo y que llevo bastante tiempo diciendo y aplicando en mi pesimismo habitual, aunque nadie se lo crea y en general tiendan a verlo todo de rosa y con una óptica de graduación altamente positiva en un intento de insuflarnos algo de esa visión positiva de las cosas: "Un optimista es un pesimista con poca experiencia". Yo lo creo así firmemente, los que me conocéis sabéis de sobra que siempre he sido pesimista y el por qué, así que me ahorraré explicaciones.

Siempre caminamos solos, todos, pero solos. Por fortuna, cuando más se nubla todo parece que algo predispone que astros caigan a nuestros pies a aportarnos la luz que necesitamos para seguir avanzando por nuestro camino y ahí nos sentimos bien, con esa luz compañera, con suerte esa luz no se apaga nunca y puede espantar a la soledad de nuestros andares de un plumazo, aunque lo normal es que como toda estrella, tenga una duración limitada. Os deseo suerte en ese aspecto, porque otra cosa no se puede hacer, es un imposible.

Quizás alguien se pregunte el motivo de esta entrada, pues no sé, a veces hay que divagar. Un abrazo y gracias.

Let's fly...

3 comentarios:

Miner dijo...

si esa luz que ilumina la senda un dia tiene que apagarse, espero no estar despierta cuando todo se vuelva oscuridad... divagar? si, por que? porque si...

Cuco dijo...

Ya sabes que comparto tu pesimismo, y siempre he pensado que uno se hace más pesimista cuando más "sabio" (por llamarlo de alguna manera) es. Sin duda la frase que has dicho lo resume todo: "Un optimista es un pesimista con poca experiencia"

Celtika dijo...

Tus divagaciones molan y mucho.
Yo también soy de Schopenhauer.