sábado, 9 de julio de 2016

No Quiero Saber Nada

Me canso de esperar las vacaciones, de las vueltas a los meridianos para saber a qué hora es prudente levantarse y a qué hora es tarde para acostarse. No quiero saber nada de esa mierda. Un balanceo más de la mecedora bajo el porche y la paja que mascábamos ya está marchita. Voy a por una cerveza y traigo más, pero al salir de la cocina ya tienes que irte, tienes que hacer no sé qué, has quedado con no sé quién, perdona, me llaman por teléfono, no pasa nada, sigo aquí, ven cuando quieras.

Quemando el calendario me di cuenta. Las barbas del lampiño y los viejos con la cara de Paul Newman. Rozando la treintena y todavía bajo cero. Veo fantasmas de Kim Novak paseando en mallas por la calle y voy a por un litro a la multi de siempre. Busco suelto en las ojeras y sólo encuentro sudor del lado frío de la almohada. Son las noches de verano que empiezan a las seis de la mañana las que pagan esas cuentas, no quise saber nada y empeñé aquel Casio de los ochenta.

Se me despega la suela de las chanclas, tanto correr y tanta hostia. Se calienta la bebida, tenemos mucha prisa. Cambio la configuración de tu sombra para ver si cae mejor. Aprieto el torniquete en los labios y me desnudo. Veo pasar los ciclos, ¿qué ciclos? No quiero saber nada de esa mierda. Me saca la resaca hasta la orilla a vomitar y me limpio las rebabas con la camiseta del ex algo de alguien, regalo de aniversario del que nadie quiso deshacerse. Mira a ver lo que alimentas.

Acicalando mis temores lo vi claro. Hinchamos la colchoneta a tope y deshicimos sus arrugas. Nos pegó bien duro el sol, estaba por caer la lluvia. Siempre con la agenda bajo el brazo, se te van a mojar los planes. Casi me caigo de la órbita. Me vine aquí cagando hostias. Suele acabarse el dinero antes que las ganas. Seguíamos flotando sujetos por un cordón umbilical. Estabais preocupados por si no salía como es debido, pero no quise saber nada, no tengo ninguna deuda.

Me vienes a decir que me tienes que contar, no los lunares. Abro la puerta y veo pasar dos días. Ahora ya no queréis iros. Le echo dos hielos a la clepsidra y me la bebo, no quiero saber nada de esa mierda. Doy vueltas en el suelo apagando un incendio que no deja de hacer música. Hay un coro de gemidos moribundos que nos miran. Vosotros sois vosotros, yo sólo soy uno. Dicen que el mundo gira, según desde dónde mires. Y ahora deja de leerme como si no me conocieras.

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