viernes, 28 de noviembre de 2008

La revelación





Hace ya cerca de dos meses mi hermano pequeño no biológico José y yo tuvimos una revelación que no queríamos creer, supimos de la existencia del apocalipsis y su forma de transmisión lenta, discreta, silenciosa, negra como la muerte que conlleva, maldita y maldecidora, capaz de atrapar y embaucar la mente de un ser humano hasta límites insospechados, capaz de sumirnos en una paranoia constante que acabará por convertir nuestros devaneos de loco en una realidad muy cruda. El primero de los cuatro jinetes se encuentra entre nosotros, es negro como en las representaciones típicas y no sabemos cuanto tiempo lleva compartiendo su carga y maldición con nosotros pobres mortales pero sabemos que ha causado víctimas. Dejó de cruzarse en nuestro camino hace unas semanas, pero ayer volvió, mis incautos amigos no le rindieron el respeto y el temor que se le debe, ahora temo por ellos. José y yo, si estamos juntos sabemos complacerle y mantener la distancia y la admiración justas para no ofenderle, pero ayer él no estaba y yo sentí miedo, un sudor muy frío recorrió mi espalda y petrificó mis piernas y mi mirada. Además puede que haya una señal de advertencia hacia nosotros por el descuido al que le sometimos, José tiene la mandíbula rota, ¿casualidad o señal demoníaca? Por si acaso comenzaremos a buscar una joven y atractiva virgen no celiaca y sin problemas para la zoofilia con la que complacerle, aceptamos sugerencias e hijas. Os dejo con la temible imagen del mal, ese primer jinete que ha venido a la Tierra y que suele rondar las cercanías del Berlín, los malditos no tienen nombre, asi que José y yo decidimos apodarle con el sobrenombre de... Perrete. Rendidle homenaje si se cruza en vuestro camino o las consecuencias podrían ser terribles y funestas...

1 comentario:

Miner dijo...

cmo alguna noche de luna llena me cruce con perrete... buscare un profeta que me ayude!!