lunes, 26 de diciembre de 2011

Papi, ¿dónde está mamá?

No he sabido qué decirle a nuestra pequeña Sofía.

Ahí estás, bailando entre las llamas, retorciéndote rítmicamente al compás que marca el fuego que devora tus fotos. Tus últimos susurros se escapan al cielo por el hueco de la chimenea, encerrados en las palabras de las pavesas que salen volando, huyendo del íntimo calor que hace arder tus cartas. Y como un arca de Noé apócrifa, esta hoguera consume todos tus peluches a pares. Tus amadas partituras jamás volverán a ser tocadas, como tus suaves senos, pues arden ya sin fin. Tampoco tus cuadros volverán a ver la luz del pincel que empuñaban tus delicadas manos de madre, su única luz ahora es la del fuego. Nunca más abrazarán tus ropas tu cuerpo de dehesa, pues abrigan ahora el corazón de la encina que muere en el hogar. No volveré a despertarme viendo cómo tu pelo es el peine que peina el velo de la mañana. No volveremos a grabar nuestros nombres sobre tu vaho en cualquier cristal. Volveré a no saber qué decirle a tu madre cuando esté en tu casa y no estés tú delante. Tendré que acostumbrarme a bailar solo delante del espejo y a que nunca más me sabrá la boca a la hierba de tu nombre. Tendré que morirme y nacer otra vez yo solo, sin tí. Memorizaré esta hoguera y será nuestro último secreto, el encuentro furtivo final.

¿Por qué tuviste que vengar a tu padre?

2 comentarios:

sara dijo...

Joder eres un crack, que precioso texto aunque algo triste la verdad, sigue escribiendo y deja que disfrutemos de ello, un besazo

MIGUELo dijo...

Muchas gracias Sara!