jueves, 27 de junio de 2013

Ícaro estudia

Me desangro en varios word con sangría, preparándome para un segundo asalto en esta batalla de aulas donde se me exige demostrar que he adquirido unos conocimientos que no quiero adquirir y que olvidaré, en la mayor parte de los casos, tras un par de semanas. Considero los seis años que llevo de vida universitaria una pérdida de tiempo. Así, rotundamente. Bien es cierto que me llevo de ese círculo algunos eruditos del vivir, que saben a mucho, pero son pocos. Así mismo debo admitir que el escaso ambiente universitario de Cáceres me ha abierto algunas puertas, normalmente muy lejanas a mi carrera, cosa que me encanta y que algunas asignaturas, sobre todo de libre elección, y algunos cursos, han cambiado mi manera de ver la vida y me han proporcionado conocimientos que espero no olvidar nunca. Sin embargo no deja de pesarme el no haber hecho lo que quería y pienso que quizás se me vayan los años sin hacerlo.

En una reflexión más agónica y jodida, me he dado cuenta de que llevo veinte de veinticuatro años que voy a hacer escolarizado. Veinte años entrando y saliendo de aulas, ¿para qué? Ni siquiera gano al Trivial. Yendo aun más lejos, pienso que veinte años son, más o menos, entre el 25% y el 30% de lo que viviré. Me han robado la cuarta parte de mi vida unas personas con batas, jerséis con coderas y tizas, que en muchos casos me han dado una educación magnífica y me han enseñado cosas que considero vitales, ayudándome a convertirme en quién soy (si es que soy alguien o algo), pero que en los últimos años no han podido o no han sabido hacer su trabajo conmigo. Todos sabemos cómo está el patio de la educación de un tiempo a esta parte y muchos sabéis que aborrezco mi carrera, haciendo sumas el resultado es claro: odio el sistema universitario español.

Ya me echo en cara a mí mismo el hecho de no haberme plantado y negarme a hacer la carrera para hacer el módulo que yo quería, así que por eso no os preocupéis. La cuestión es que hacía esto por darle un gusto a toda la gente que me presiona para que sea alguien (independientemente de que yo quiera ser ese alguien) y porque sé lo importante que esto es para esa gente y bueno, porque a mucha de esa gente la quiero más que a mi propia vida, pero no estoy recibiendo nada a cambio o eso creo. Presiones, broncas, disgustos, consejos para tener una vida que no quiero tener, lo que tengo que hacer y lo que no tengo que hacer... Obtendré algún día un título que quedará perfecto en el fondo de un cajón, para acreditar que tengo un nivel de inglés y de literatura inglesa que no será real como no lo será el de la mayoría de mis compañeros hasta dentro de unos años. Cuando tenga ese título, se me darán miles de directrices y "órdenes" para que elija mi futuro de la manera adecuada, jamás de la manera que yo quiera, porque soy joven y no tengo ni puta idea de la vida, de cómo se mueve el mundo, del dinero que hay que ganar a costa incluso de la propia felicidad, porque el dinero no da la felicidad pero sin dinero no se puede ser feliz. Manda huevos.

Sí, estoy cabreado. Sin embargo esto no debe tomarse como un ataque si no como un desahogo, porque podéis creeros que siento que el tiempo se me va en estos años y que se me hace tarde para todo lo que tengo en el cuaderno de "asuntos pendientes", con la angustia vital que todo eso da. Yo también vivo y también se algo de cómo funciona el mundo y sobre todo, se cómo me gustaría que fuera mi futuro, mi vida, mi felicidad. Si me tengo que morir en una cuneta, desharrapado, maloliente, enfermo, hambriento, sin patria ninguna, por perseguir ese futuro que deseo, cuando vayáis a reconocer mi carne pútrida no perdáis detalle de la sonrisa que os brindo. Esa sonrisa de satisfacción, de cosas bien hechas, esa guinda del pastel, ese último gesto para que sepáis que a pesar de desobedeceros, alcancé la felicidad gracias a la vida que siempre quise y que esa felicidad empezó con vosotros, pero os empeñasteis en posponerla.

4 comentarios:

I'm LuciFer's AngEl dijo...

Precisamente hoy Dani y yo hablábamos de volver a quedar con el Ciprés y precisamente echábamos de menos una entrada tuya. Además, también precisamente, hoy he tenido una reflexión similar a esta.
Lo que se hace por las personas que nos quieren, a pesar del hecho de que nos quieren por quienes ellos quieren que seamos y no por lo que realmente somos.
Pero bueno, hay que asumir, desde que se tiene consciencia, creo yo, que nadie nos conoce, tan solo nosotros mismos y ni eso.

ἀπόκρυφος λήθης dijo...

Ícaro estudia para saber que esas alas no eran de cera y plumas, una fingida prótesis tan inútil como un taparrabos sofisticado, para convencerse de que sí, que está volando y no arrastrándose por el suelo, tragando tierra y mordiendo el polvo, el verdadero sabor de esas letras tan fijas, de esos Dédalos que olvidaron hace años lo que era volar, lo que era vivir, que quieren saber desde su cómoda duermevela cómo enseñarnos a ser felices, cómo es imposible volar si no es por la autopista, cómo "todo eso es muy bonito, pero de algo tendrás que comer".
Queda el regusto del pero, la sin nombre, la esperanza escondida de que si algo tiene claro Ícaro, si algo desea, si algo necesita, y ahí no está solo, es sentir que no, que nunca dormirá bien si no es en nuestra cuneta, si no es con la inquietud de que la vida no era eso y que, en el fondo, los Dédalos insolentes lo sienten tan cierto como es.
"Déjame equivocarme, pues no me equivocaré en tu contra"

Zizekianolandista dijo...

Hace una semana acabé de leerme la novela 'La hierba roja' de Boris Vian en la que gracias a una máquina del tiempo hace una revisión de su vida. Tu entrada me ha recordado por completo al protagonista (que por cierto se dice que es la novela más autobiográfica del francés) cuando le toca enfrentarse a la fase correspondiente a la educación. El personaje explota de rabia ante dicha revisión, ante esos recuerdos de una vida preestablecida basada en la superación de metas impuestas por otros que le crearon una ilusión de libertad pero que, sin embargo, consistía en una visita guiada por su vida.

Personalmente, es una reflexión que tengo presente desde hace un tiempo y que me lanza una serie de preguntas que, por ahora, no tienen respuesta.

Bueno, que te recomiendo la novela de Vian, es cortita y ligera (nada que ver con tu querido marxista "tradicional" esloveno).

PD. Viva Pajares y Esteso. Vivan los bingueros.

Anónimo dijo...

A Ícaro se le derritieron las alas cuando voló por el día. Estaba condenado a volar por cavernas. Son de mentira, se las pegaron con celofán. Preparaté.