lunes, 18 de julio de 2016

Un Café y Compartir Materia Gris

Estaba convencido de que había taponado el boquete por el que se escapaba un poco de pretérito. El caso es que seguía notándome el pinchazo en las costillas y cómo se me iban olvidando cosas. Al principio me suponía una preocupación casi médica, ahora me la suda. Sería hipócrita decir que no me arrepiento de nada porque, como ser humano, he hecho daño a gente, de todo lo demás tampoco es que esté orgulloso, pero sin peros. El caso es que el puto agujero se abre a veces y otras veces está tan cerrado que duele igual. Se me amontonan despedidas en la tripa, trenes que dejé pasar en el cielo de la boca y calentones de verano en los cojones y sin embargo pongo la sonrisa y tiro pa'lante. Podéis seguir agarrándome como zombis hambrientos para devolverme a una fosa, que lo hacéis más de los que creéis o podéis empujar el palé como a Brad Pitt en Snatch y devolverme a la batalla. Basta ya de hablar de mí.

Se le enredaba un poco de humo en el pelo, era difícil distinguir alcohol de sudor en su camiseta, le faltaban articulaciones para doblarse tanto, ninguno estábamos seguros de reconocerla pero a todos nos sonaba. Ni una mirada nos dedicó, pero se enzarzó en furiosos bailes consanguíneos, arrancando trozos de tiempo a mordiscos, llevándose hasta el último de los pensamientos que podía granjearse tirando de indiferencia. Meneaba bien el surco llamando a los arados, exudaba el caldo de cultivo de las madrugadas, bebía tubos de celos de sus teóricos amantes, con el hielo que había anidado en el pecho de los que habían revuelto sábanas con ella. Nos daba miedo, sí, porque éramos todavía demasiado imbéciles para entender lo que es una mujer libre o porque nos sentíamos tan hombres que creíamos que estaba todo por perder. No quise entrar en galimatías mientras podía verla golpeando las paredes del laberinto de mis anfractuosidades.

Pensé que podríamos tomar un café y compartir materia gris, pero al final siempre me pasa lo mismo, preferís una cerveza y que os regale tonterías de colores. Seguiremos siendo desconocidos por mucho que agitemos el pañuelo blanco en el andén o veamos la mano que dice adiós en el cristal encima de la matrícula que no podemos recordar. Es agotador haber escrito tantas cosas sobre el vaho que me parece ridículo hacer castillos en primera línea de playa. Sigamos con las palmas, marcando ritmos o poniéndolas hacia arriba como rezando, por Dios que pare ya. Decía Pablo Guerrero que tiene que llover, yo también creo que hacen falta más escorrentías recorriendo muslos y más pechos secándose al sol tras una buena tormenta.

La consideraban sabia, le pedían consejo, no les cobraba nada, ellos le robaban todo, casi sin darse cuenta, entraban en su casa, les gustaba el florero y se lo llevaban, les gustaba la mesita de noche y la cargaban en la furgoneta, les gustaba lo que tenía para comer hoy y lo cagaban en su baño, les gustaba la reserva de su mueble bar y pasaban la resaca en su sofá, les hacían gracia sus chistes y lloraban en sus hombros, tenían frío y quemaban un par de barcos que le quedaban por ahí, sentían un vacío en el estómago y mamaban la leche de sus hijos, estaban rotos y la dejaban sin herramientas, se encaprichaban de su cuerpo y lo profanaban, lo querían todo y ya no le quedaba nada. Ella lo único que no entendía era por qué mientras le robaban todo, no habían aprendido una mierda de sus consejos.

sábado, 9 de julio de 2016

No Quiero Saber Nada

Me canso de esperar las vacaciones, de las vueltas a los meridianos para saber a qué hora es prudente levantarse y a qué hora es tarde para acostarse. No quiero saber nada de esa mierda. Un balanceo más de la mecedora bajo el porche y la paja que mascábamos ya está marchita. Voy a por una cerveza y traigo más, pero al salir de la cocina ya tienes que irte, tienes que hacer no sé qué, has quedado con no sé quién, perdona, me llaman por teléfono, no pasa nada, sigo aquí, ven cuando quieras.

Quemando el calendario me di cuenta. Las barbas del lampiño y los viejos con la cara de Paul Newman. Rozando la treintena y todavía bajo cero. Veo fantasmas de Kim Novak paseando en mallas por la calle y voy a por un litro a la multi de siempre. Busco suelto en las ojeras y sólo encuentro sudor del lado frío de la almohada. Son las noches de verano que empiezan a las seis de la mañana las que pagan esas cuentas, no quise saber nada y empeñé aquel Casio de los ochenta.

Se me despega la suela de las chanclas, tanto correr y tanta hostia. Se calienta la bebida, tenemos mucha prisa. Cambio la configuración de tu sombra para ver si cae mejor. Aprieto el torniquete en los labios y me desnudo. Veo pasar los ciclos, ¿qué ciclos? No quiero saber nada de esa mierda. Me saca la resaca hasta la orilla a vomitar y me limpio las rebabas con la camiseta del ex algo de alguien, regalo de aniversario del que nadie quiso deshacerse. Mira a ver lo que alimentas.

Acicalando mis temores lo vi claro. Hinchamos la colchoneta a tope y deshicimos sus arrugas. Nos pegó bien duro el sol, estaba por caer la lluvia. Siempre con la agenda bajo el brazo, se te van a mojar los planes. Casi me caigo de la órbita. Me vine aquí cagando hostias. Suele acabarse el dinero antes que las ganas. Seguíamos flotando sujetos por un cordón umbilical. Estabais preocupados por si no salía como es debido, pero no quise saber nada, no tengo ninguna deuda.

Me vienes a decir que me tienes que contar, no los lunares. Abro la puerta y veo pasar dos días. Ahora ya no queréis iros. Le echo dos hielos a la clepsidra y me la bebo, no quiero saber nada de esa mierda. Doy vueltas en el suelo apagando un incendio que no deja de hacer música. Hay un coro de gemidos moribundos que nos miran. Vosotros sois vosotros, yo sólo soy uno. Dicen que el mundo gira, según desde dónde mires. Y ahora deja de leerme como si no me conocieras.