No es tan fácil como parece escuchando a los que lo hacen, con la escritura pasa lo mismo. Lo que ocurre es que mi madre quiere que vuelva a mirar la televisión porque informan de la última victoria del Barça de baloncesto y por si no me había enterado, que a mí me gusta mucho el basket, pero joder, estoy escribiendo o intentándolo al menos. Nuestro protagonista no se frustra, pero tiene prisa y ésta no es buena compañera en estas lides, quiere correr antes de andar y corre, quiere que le salga a la primera y le sale cuando le sale, como a todos. Pero es que tiene un presentimiento, cree que tiene las herramientas y las ideas necesarias para hacerlo perfecto, es una misión divina, su propio dios quiere hablar a través de sus canciones. Es sólo cuestión de tiempo que consiga canalizar el mensaje que debe transmitir. Lo que no termina de entender es que Noé tenía los materiales, el conocimiento y las herramientas para hacer el arca, pero aún así su dios le dio tiempo para hacerla.
No se valora el ensayo. La sangre joven quiere imprimir la energía con la que recorre sus venas en todo lo que él hace, plantando en los surcos de su cerebro la idea de que es mejor estamparse contra el muro y ver si lo atraviesa que pararse a pensar cómo sortearlo. Una suerte de carpe diem imbécil, en pausa porque mi tutora me llama por teléfono para recordarme que mañana he de ir a recoger los papeles de las prácticas. Un ansia de hacer, hacer, hacer, hacer buscando hacer bien lo que se hace. ¿Cuánto más fácil y más perfecto sería el resultado con la preparación suficiente? Eso ni se plantea, la vida es corta y se escapa todo aquello que queremos. Tiene 26 años y la sensación de llegar tarde a todo, de que se le acumulan las sensaciones acreedoras que esperan que las viva. ¿Qué coño va a hacer a los 40? No puede evitar la presión de los grandes que a su edad ya habían grabado su nombre con oro en la historia y se la suda que le digan que eran otras épocas con menos competencia y más oportunidades, donde todavía estaba todo por hacer y una idea mediocre podía llegar a la cima, no como ahora, que las fronteras se llenan de pisadas de genios sin patria que fueron vendidos a quien pudiera pagarles algo, lo que fuera, con tal de seguir vivos.
Su cabeza lleva un rato en blanco y la mía también, ahora no me distraía nadie, simplemente me quedé en la suma de todos los colores, sin que el chispazo de las neuronas alcanzara el final de la etapa que se encuentra en mis dedos. Creo que lo voy a dejar aquí, si él termina lanzando su mensaje ya lo escucharemos por ahí, si yo termino lanzando el mío, ya lo leeremos por ahí.
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